El presidente Luis Abinader voló a Washington y parece que lo hace en uno de sus mejores momentos como líder político dominicano.
Abinader en una gira de tres días, exhibe su condición de liderazgo en el Caribe y su vecindad, no sólo ante una multitud de dirigentes latinoamericanos, sino para mantener un “one two”, con el jefe de la principal fuerza política y militar de todo Occidente, en competencia con lo que se ha dado en llamar la nueva tripolaridad global.
Abinader anda resumiendo el espacio de todos los dominicanos, en momentos en que son muchos los que son forzados a dejar libre su espacio, sabiendo que lo están dejando, referida la expresión a los competidores políticos vernáculos, alejados de las preferencias en todas las encuestas.
El viaje de Abinader a Washington en momentos en que una veintena de grupos políticos deciden catapultarlo para que siga al frente del Poder Ejecutivo, cuando sea escogido en los comicios generales próximos, no fue ideado por el gobernante dominicano, aunque a juzgar por lo oportuno parece como si lo fuera.
Abinader, entonces, el socialdemócrata postulado, pero fraguado sólo en estatutos, se vuelve más astuto y revuelve el mundo político dominicano, cuando resume las figuras, no necesariamente el pensamiento, ni la ideología, ni la trayectoria de Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. El gobernante Abinader prefiere imaginarse que esos paradigmas de la política dominicana deberían sentirse satisfechos en lo que fueron sus propósitos, que según dice, él personaliza en la actualidad.
Supone que está poblando la nación de infraestructuras materiales para el desarrollo utilizando los mínimos recursos, como lo hacía Balaguer. Y que los infelices materiales son iguales en sus derechos e ilusiones como lo son los “tutumpotes”. Abinader entiende que como lo quería Peña Gómez, él está abriendo las ventajas para que entren todos y respiren aire fresco.
Así es como sorprende su auditorio. ¿Balaguer? ¿Bosch? ¿Peña Gómez? Y la gente empieza a entretejer soluciones comparativas con ilusiones del ayer que él dice hace hoy una realidad, si le dan tiempo suficiente como aspira.
Los votantes, es el término, comienzan a hacer comparaciones que nunca habían hecho para fines electorales, ni partidistas, ni para nada.
Pero Abinader sabe lo que está diciendo. Y deja a sus competidores con la boca abierta. Y antes que pronuncien cualquier argumento, él mismo les dice su propio argumento para que lo compartan con los votantes.
Las obras. Hay que leer ese argumento en las inauguraciones durante más de tres años.
También echa pulsos en lo económico, el costo de la vida, los precios, aparente y real obstáculo número uno que tiene Abinader en su reelección. La oposición lo hostiga con esa realidad que no es nueva. Una realidad persistente que no se vence sólo con desearlo.
Sólo hay que ver la agenda de reuniones, y los conmilitones que lo acompañan hoy en Washington. Hoy, jueves, la reunión será con Joe Biden, en la Casa Blanca para conversar sobre la relación bilateral entre Estados Unidos y República Dominicana. La estrecha asociación de Estados Unidos y la República Dominicana en una serie de prioridades compartidas, incluida la profundización de los lazos económicos bilaterales, el avance de los principios democráticos y los derechos laborales, y el abordaje de la situación de seguridad en Haití», como parte de la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica. ¿No es eso lo que quieren todos? Pero, hoy, es Abinader quien enarbola el estandarte dominicano. Eso, y en búsqueda de una América más integrada.
Por eso los encuentros con los jefes de Estado miembros de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que presidirá Biden. Estabilidad económica y prosperidad.
¿Es o no, uno de los mejores momentos de Abinader, para sus fines y propósitos continuistas?
Àbinader de viaje, en uno de sus mejores momentos
