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miércoles, mayo 15, 2024

Viene reforma fiscal para pagar deudas ¿entre todos?

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Hay que preparar los cañones. Lo que viene no será fácil. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) simula que es sólo una propuesta. Lo cierto es que sus técnicos emisarios de los prestamistas, llevan largas temporadas posados en los escritorios y poltronas nacionales. Todo ha sido aprobado, y sólo falta el escarceo público y que nuestros sabios congresistas levanten las manos para que el Poder Ejecutivo sepa que tiene toda la razón en sus saboreadas proposiciones.

Esa reforma fiscal, ya anunciada por el actual gobierno de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), ¿la soportaremos entre todos? Abinader ya dispuso que se aprobara un nuevo pacto eléctrico y así se hizo, con esa cabeza de mellizo con la reforma fiscal, casi en pie. ¿Resultado? Cunde la incertidumbre en la masa de contribuyentes obligados.

La incertidumbre es mayor, porque varios ecos se cruzan en el Palacio Nacional. Paliza y Macarrulla dicen en la cabecera de Abinader que vienen nuevos impuestos, y el presidente, presionado por la queja nacional, afirma que no habrá nuevos impuestos en 2021. Lo dijo cuando en 2020 se vio obligado a retirar el proyecto que sometió al Congreso Nacional para 2021, porque contenía nuevos impuestos. La inconformidad general lo obligó, y dijo que “en 2021 no habrá nuevos impuestos. ¿Entonces?

El gobierno dominicano sostiene esa espada de Damocles sobre la cabeza del país. Lo anunció para de una vez. Pero a no ser en tertulias de pasillos, reuniones secretísimas, y algunas declaraciones por voces a las que les conviene más que a nadie la tal reforma, no se sabe más nada en detalles. Pero aseguran que será como cuando Joaquín Balaguer.

Ahora, resulta que los jefes y teóricos del Banco Interamericano Desarrollo (BID), enarbolando argumentos inamovibles a través de los años, presionan para que caiga quien caiga, se imponga la reforma fiscal para que los países de América Latina y el Caribe, paguen las deudas.

Pero, que sea de inmediato. Porque un nuevo motivo de endeudamiento está en pie. El argumento es que la pandemia del coronavirus ha sepultado las economías aludidas y obligado a nuevos compromisos de deudas.

Reforma fiscal es sinónimo de rascar los bolsillos de los infelices contribuyentes. Y todos los ciudadanos son contribuyentes. Pero, entre éstos los hay muy ricos y poderosos, y entre otros, también poderosos, pero menos poderosos.

Lo que nos viene encima

Aquí, la síntesis de lo que nos vendrá encima: “una reducción de los impuestos sobre la nómina, una reducción de aranceles a las importaciones de bienes de capital, aumentar la base impositiva, y aplicar un crédito tributario por ingreso laboral como nueva carga al trabajador”. Recojan, que no se salva nadie. Quieren unificar lo que se cobra por IVA o ITBIS, sin excepciones.

Muy poderosos, poderosos y menos poderosos suelen escabullirse entre la gran masa de los no poderoso en modo alguno, sobre quienes al final de las cuentas tienen que sostener los balances con sus magros ingresos condenados a que éstos nunca lleguen a sus bolsillos.

Se recomienda eliminar al menos un 4% del PIB en el gasto, quitando las “filtraciones” que se dan en las transferencias sociales y en los gastos tributarios. Hay que agredir, según el BID, los salarios en el sector público al compararlos con los salarios del sector privado.

Según el BID, “trabajadores no calificados del sector público perciben salarios un 23% más altos que trabajadores similares en el sector privado. Y hay despilfarro en los procesos de adquisiciones y contrataciones de bienes, servicios e inversión pública”. Ya lo saben, los empleados públicos. Quieren que, por esto, haya un ahorro de un 4% del Producto Interno Bruto (PIB), para invertir en favor del crecimiento y la promoción de equidad.

El Impuesto Sobre la Renta (ISR), aquí, está muy por encima de economías avanzadas en más de un 27%. Eso hay que bajarlo. ¿Quiénes tienen rentas?

Los impuestos sobre las empresas están muy altos en el país, en comparación con los existentes en otros escenarios, sobre todo en la zona de los llamados “tigres asiáticos”. Eso no puede seguir así. Como no pueden continuar como están, cogiéndolo fácil, las plataformas digitales y quienes se entretienen haciendo negocios con el carbono, a quienes hay que ponerles un nuevo impuesto.

¿Qué está pasando, ahora, aquí?

El gobierno anuncia cada vez, nuevos empréstitos para poder gobernar, ya que está en quiebra, según su énfasis lanzado al aire.

José Paliza, un rico empresario, presidente del PRM, ministro Administrativo del gobierno de Abinader y su PRM, ya dijo que la discusión, y aprobación de la reforma fiscal deben ser de inmediato. Lo publicó en su propio medio y para todos: “La Voz del PRM”.

Y dice que “tal reforma no puede ser un parche. Tiene que ser algo como lo que se hizo en 1992. Como lo hizo Joaquín Balaguer”. Se recuerda la Ley número 11-92 con la que se aprobó el Código Tributario vigente. Así, tiene que ser, según Paliza y el PRM.

¿Con los empresarios? Todos quieren colaborar. Nunca habían estado más alineados con el Gobierno que ahora. Y es cierto, una gran parte de los dirigentes del PRM y funcionarios del Gobierno, son ricos empresarios. No hay derecho al pataleo.

¿Qué es eso de que todo será como en 1992?

En ese año se produjo la aprobación del Código Tributario, en el que muchos coinciden que ha sido muy efectivo, desde entonces, ya que forzó aumento de las recaudaciones estatales, y sirvió de base para numerosos pactos fiscales. En ese año se aprobó el Código Laboral. También se produjeron las rondas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Acuerdo GATT, la consolidación y real inicio de la industria de zonas francas (creada mediante una ley del año 1990).

Sólo faltaría preguntarse si, esta vez, los objetivos esenciales de la inminente reforma fiscal en el país, serían para ¿lograr una justa distribución de la carga tributaria para que paguen más quienes estén en capacidad de hacerlo; para combatir la evasión; estimular la formalización de todos los sectores nacionales; cumplir con los compromisos que agobian al país; mejorar la eficiencia, transparencia y equidad de la propia estructura tributaria?

El BID y aquí, todos piensan que reforma fiscal es la puerta para aumentar recaudaciones. Y otra pregunta seria es si necesariamente hay que azotar a la población con altas tasas impositivas. Siempre estará presente la respuesta del bien recordado experto en temas fiscales y tributarios, Francisco Canahuate, cuando advierte que “no hay que temer a la reducción de tasas impositivas, ya que las bajas tasas impositivas sirven para incentivar una dinámica empresarial al permitir una reducción de los costos, contribuyendo a la armonía del desarrollo económico”.

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