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jueves, mayo 2, 2024

Sin tigueraje político, Raquel Peña dispuesta a seguir dando la talla

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Cuando a Raquel Peña el candidato Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) la escogieron para que aspirara a la Vicepresidencia, era noviembre del 2013, alguien la entrevistó para la prensa y le dijo que, a su juicio, a la Peña le faltaba “tigueraje político”. Ella respondió que se creía poseedora del coraje y la responsabilidad política suficientes para avalarla al puesto.

¿Tigueraje político?

Todo indica que, a Raquel Peña, de raíces genuinas en alguna rama de la oligarquía de Santiago, no le ha hecho falta la dosis de tigueraje político, que muchos exhiben con regularidad, en el tono que se le reclamaba, aquel interlocutor, entonces.

Agotado el trayecto de los cuatro años que se ya se agotan en la Vicepresidencia, si algo resalta en su figura es el tacto y buen tino para su desempeño.

“La realidad, casi cuatro años después de aquel 2020, es que nadie puede decir que su selección respondió a una cuota. Ni de género ni geográfica”, como llegó a cotejarse. Y a renglón seguido: “Una buena decisión que sin duda ha sumado consistencia y credibilidad a su cargo. Peña ha demostrado en estos años de gobierno una asertividad, eficiencia y capacidad gerencial indispensables en momentos críticos.

Raquel Peña y Luis Abinader
Raquel Peña y Luis Abinader

Ella, está ahí, tranquila, enfrentando los retos. Con parsimonia impertérrita. Pareciera como que existe una decisión de no estorbar para nada. Es su posición ventajosa para acompañar a Luis Abinader por cuatro años más, según la decisión de ambos y de su PRM, ya a punto de concretarse.

Mucho trabajo y discreción, es como su marca de fábrica.

La vacunación en la pandemia del Coronavirus fue su gran reto al frente del Gabinete de Salud con que Abinader la arropó. Fue un éxito resaltante cómo se condujo el país en esos momentos cruciales.

Luego vendrían nuevas cúpulas de gabinetes que parecían diseñados para hombres, porque tendría que vérselas con tranques y serios problemas ejecutivos. Salió ilesa y con ella el Poder Ejecutivo, en todos los atascos.

Esta mujer de profesión cristiana y católica entró a la vida política, que no del tigueraje, con una consistente preparación académica en Administración de Empresas en la Universidad Católica y una Maestría en doble titulación en la Universidad de Quebec, Canadá.

Ese es un forro académico con el que se ha cubierto como educadora y mujer emprendedora. Ella es, más bien, una auténtica emergida como productora tabaquera a quien le endosaron los negocios familiares que le valieron para insertarse en los círculos duros impulsores del desarrollo de su región de origen.

Así, fue insertada en la Vicepresidencia de la República. “En mi vida ha habido un denominador común es el servicio. Esa chispa de poder servir a donde quiera que llegamos, está dentro de nosotros, extraída de mi casa paterna, que ha sido también refugio de grandes pensadores demócratas que se aproximaron a mi papá, sin participar en ningún activismo de partido político”.

Raquel estaba siempre, ahí, de donde nació su estilo. Calladita, escuchando, aprendieron de oídas, primero. Luego llegó la práctica que la encumbró al protagonismo del desarrollo nacional y el futuro del país. Trabajando en los sectores financiero, industrial, tabaquero, todavía hoy inserto en un parque industrial familiar de zona franca, fundado por su padre Leocadio Peña, hace más de 70 años.

Y a la política, Raquel Peña nunca le ha rehuído. Desde el año 2012, se puso al frente del Sector Externo del entonces candidato y luego Presidente, Hipólito Mejía. Desde allí, se confundía con las aspiraciones de Luis Abinader. “Una experiencia maravillosa”, confiesa, ahora, al momento de confrontar aquella realidad con la historia presente.

“Cuando Luis nos invita, nos presenta su proyecto presidencial, solamente tuvimos que solicitarle que me permitiera hablar con mis hijos En mi casa todo se habla, se dialoga y se llega a un acuerdo de consenso”, dice. Y agrega que “inmediatamente me senté con él y llegamos al acuerdo de que, yo me iba a unir a su proyecto político como su candidata a la Vicepresidencia. Y desde el ámbito político, ahora, acompañando a Luis, nosotros tenemos un mayor alcance y un mayor impacto, en lo que es poder manejar una serie de políticas públicas, en donde podamos lograr elevar   el nivel de vida de la mayoría del pueblo dominicano”.

Para lo cual no hay que ser un tíguere político. Sí que hay que poseer las guerras de un verdadero tigre.

Cuando la colocaron en el Gabinete de Salud para enfrentar con protagonismo la terrible epidemia del Covid-19, encontró el sector politizado. Y se enfocó en darle de frente al problema con una estrategia diferente en un marco de eficiencia para frenar la epidemia y hacerla menos dolorosa. Siempre en el interés de no hacer el trabajo en solitario, sino consiguiendo una ruta solidaria a lo largo de todo el país. Con las con las manos llenas de alimentos, de medicinas, y de materiales de protección para tratar de frenar un poco el contagio de ese terrible virus. Sin politiquería en el manejo de la asistencia social. “Sin tigueraje”.

Pero, esa es otra historia.

Cómo la responsabilidad de una nueva Vicepresidenta logró compactar a todas las iglesias, a los dirigentes de las asociaciones y juntas de vecinos. Mientras el Presidente tomó en sus manos los hilos de la economía para que no fuera afectada y el país siguiera la marcha exitosa.

 

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