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miércoles, mayo 15, 2024

Melómano: Granada y redescubrir a Nicolás Urcelay, ciertamente el Caruso latinoamericano

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Quizás fue una irresponsabilidad mía, que suelo justificar citando a Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, carajo el inmenso Agustín Lara, y su emblemático bolero “Granada”.
Me refiero al hecho de escribir mi novela “Con el diablo en el cuerpo” tomando como escenario principal a La Habana, Cuba, sin nunca haber visitado esa nación caribeña, cuna de tantos buenos compositores y boleristas.
Agustín Lara tampoco fue a España para inspirarse y escribir su célebre bolero “Granada”, que es una ciudad en la región de Andalucía, en el sur de esa nación ibérica.
Según “el sabio” de Google, está enclavada en la ladera de las montañas de la Sierra Nevada y que es famosa por sus grandes ejemplos de arquitectura medieval que datan de la ocupación de los moros, en particular, la Alhambra. Pero, sobre todo, Granada es famosa por su plaza de toros, elemento que no escapa al contenido de la canción de Lara.
Pendiente está visitar a La Habana, el emblemática bar La Bodeguita del Medio, La Floridita, la finca Vigía (que perteneció al afamado escritor Ernest Hemingway) y, naturalmente, a San Pedrito, en Santiago de Cuba, donde nació quien inspiró mi novela: Victoria Guadalupe Yoli Raymond (La Yiyiyi, 1936-1992),
No puedo precisar si a mi artista invitado lo escuché, lo conocí, en uno de esos programas de boleros o fue en la búsqueda exhaustiva para conocer quienes interpretaban “Granada”, un bolero compuesto para las grandes voces, artistas privilegiados. Pero que grato fue redescubrirlo, escucharlo detenidamente y comprobar que es una de las grandes voces, un extraordinario tenor.
Este viernes bohemio, después de oír y ver a Blanca Rosa Gil, me deleité con Nicolás Urcelay Alonzo (1919-1959) y lamenté lo corta que fue su vida. Un maldito derrame celebrar se llevó al «El Caruso del Mayab», como también era conocido este extraordinario cantante, que murió con apenas 39 años.
Urcelay fue bautizado también como “El Caruso Yucatanense», por el escritor José Díaz Bolio y puedo asegurarle que es todo un espectáculo, una experiencia divina, única, poder escuchar su voz “bien timbrada, potente, aterciopelada en el registro medio y ligero color oscuro”, que definitivamente nos hace evocar al célebre tenor napolitano Enrico Caruso (1973-1921).
Inició en Mérida, México, su ciudad natal, su formación musical a la edad de 5 años. Fue empleado bancario y sus amigos, gratamente, le animaron a participar en la Hora de los Aficionados de la XEW a principios de 1940.
Su debut en la radio se produjo en 1942 y dos años después se incorporó como integrante del coro al programa “Operetas y Zarzuelas” de la XEW.
Era tal su calidad como operista, que en 1947 cantó en la Casa Blanca ante el presidente Harry S. Truman y más tarde en el Hollywood Bowl Theatre, bajo la dirección de Xavier Cugat. A propósito, tremenda orquesta la Cugat, digna de escucharse.
Aquí, en la República Dominicana, tuvimos la suerte de verlo actual a Urcelay, en su gira artística por Cuba, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Puerto Rico y Venezuela.
De su matrimonio con Josefina Castro Alonzo, Nicolás dejó tres hijos: José Nicolás, Martha Josefina y Carlos Alberto.
Por lo corta de su carrera artista, Urcelay dejó pocas producciones, pero vale la pena deleitarse escuchándolas este viernes bohemio o cualquier día de la semana. Mi recomendación la producción “Nicolás Urcelay: con la orquesta de Enrico Cabiati”, donde interpreta los famosos boleros de la mexicana María Grever (María Joaquina de la Portilla Torres, 1885-1951). Pero, además, de exquisita calidad, “Violetas imperiales”, donde hace gala de su dulce voz de tenor.

Alfredo Sadel
Alfredo Sadel

Confieso que no he vuelto a hacer comparaciones, porque resultan muy reñidas, cuando escucho “Granada” en voz de Andrea Bocelli, Alfredo Sadel (Manuel Alfredo Sánchez Luna, 1930-1989), Nicolás Urcelay y hasta en voz Joselito (José Jiménez Fernández), “El niño ruiseñor” y también “El niño de la voz de oro”.

Pienso en Agustín Lara imaginando la belleza, riqueza arquitectónica, los embrujos de Granada y los encantos de sus mujeres, sin nunca haberla visitado y me conformo, soy menos drástico conmigo mismo. Cierro los ojos y me dejo llevar por esas extraordinarias voces que le van vida al bolero del “Flaco de oro”, pero definitivamente mi barca ancla la versión, en el repertorio de Nicolás Urcelay.

El autor es periodista, novelista, cuentista y poeta

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