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viernes, mayo 3, 2024

Melómano: Algunos boleros donde los compositores hablan a través de la voz del despecho

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La mujer es un ser sublime, el motivo existencial del hombre y objeto de las más hermosas composiciones musicales a lo largo de la historia humana. Las mujeres han sido musas perennes de pintores, poetas, compositores y trovadores.

Y podría afirmarse que la razón de ser de la mayoría de los géneros musicales es la mujer. A ella le canta con sentida emoción el merengue, la salsa, el tango, el son, la milonga y el bolero, en fin, todo tipo de expresión musical.

Pero como el bolero es un reflejo del estado de ánimo del hombre, de quien lo compone, de la sociedad, naturalmente que existen composiciones que no le dan el trato exquisito, reverente, que merece la mujer.

Algunos de esos boleros, compuestos al calor del desamor, la amargura y la traición, donde queda muy mal parada la mujer se hicieron muy famosos.

Uno de esos boleros, en voz de Roberto Yanés, el argentino cuyo nombre era Roberto César Iannacone (1932-2019), comienza exhortando al hombre a no decirle nunca a una mujer lo que la quiere.

Y argumenta la canción Óyelo bien, sugerente desde el mismo título, que es muy difícil conocer el corazón de las mujeres. “Si le tiene tú veneración a una mujer no se lo diga/ ni jamás le forme un altar en su querer porque te olvida”.

Y fíjense esta perla de estrofa: “Mientras más vea que la desprecia, más te querrá y nunca más te olvidará”.

Quieren ustedes una canción más lastimera, una descarnada expresión de lo que provoca la traición y una respuesta extrema hacia la mujer, que “Entre copas y amigos”.

El sujeto creció, vivió toda su vida en las cantinas y cuando al fin se decide a formar un hogar con una mujer, ella le paga con una traición.

“Pero como al fin ella era mujer, solo supo responder con la traición” como si la infidelidad y la traición fueran inherentes solo a las mujeres.

Después de gritarle que ella no vale la pena, mala mujer y miserable, decide volver atrás, a recuperar los amigos de la barra y las copas. Esta declamación. Magistral, que forma parte de la canción, la hace el dominicano Juan Llibre.

En la estrofa final, el compositor asegura que un amigo, no importa su naturaleza y calaña, vale más que la más linda mujer.

“Hoy regreso a mi pasado

Porque al fin me he convencido

Vale más cualquier amigo

Sea un borracho sea un perdido

Que la más linda mujer”.

Esta canción, “Entre copas y amigos, la popularizó en el país Felipe Rodríguez, el puertorriqueño conocido como “La Voz”. Una versión que recomiendo es la de Ismael Miranda, El Niño Bonito de la Salsa, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.

Expresiones bastantes degradantes sobre la mujer, a quien le asiste el mismo derecho de traicionar, engañar que el hombre. Naturalmente, que no apoyo la infidelidad de ningunas de las partes.

 

Tito Rodríguez
Tito Rodríguez

Otra canción en esa línea es Alma de Mujer, interpretada por Tito Rodríguez (1923-1973) y su estilo único y también por Ñico Membiela (una de las más grandes figuras del bolero cubano, 1913-1998), donde a las féminas se le despoja de eso que la convierten en un ser humano: el alma.

“Pero que se puede esperar, sin al fin tú eres mujer y no tienes alma para querer”.

José Manuel Calderón
José Manuel Calderón

Y qué decir de la canción “Serpiente humana”, una de esas bachatas sentidas interpretada por el dominicano José Manuel Calderón. Desde el mismo título se vierte el veneno del desamor y la traición.

“Eres cual serpiente que en su mordedura destila veneno” y augura para ella el desprecio de los hombres, por ser “serpiente humana”.

 

Marcos Antonio Múñiz
Marcos Antonio Múñiz

En un famoso popurrí que canta Marco Antonio Muñiz adrede se mal interpreta la expresión del sabio Salomón, en el sentido de “que el que besa a una mujer, no tiene perdón de Dios, si no la besa otra vez”. La canción “dice el sabio Salomón que el que engaña a una mujer, no tiene perdón de Dios, si no la engaña otra vez”.

La Sensación Jarocha, Toña la Negra, la mexicana Antonia del Carmen Peregrino Álvarez (1912-1982), en una de sus canciones más emblemática como es “Mentira Salomé”, deja muy mal parada a esa mujer en particular, a quien llama falaz, impostora de caricias, “tu beso es virus que alma envenena”.

Y va más lejos al acusarla de tener un corazón de hiena, el carnívoro carroñero más depreciable del género animal, y “con las maldades que encierra la codicia”.

En esas canciones, los compositores hablan con la voz del despecho, sabrá Dios por cuáles motivaciones, pero lo cierto es que las escuchamos y seguiremos haciéndolo con deleite, placer y emoción, obviando el contenido de sus letras, porque al final eso vino con el bolero, es parte intrínseca del alma humana.

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