CRÓNICAS CIUDADANAS
Que sea tu rostro, el faro claro en estas tempestades de alma y desilusiones.
Inventor de chichiguas siderales, papalotes encendidos de fuego y memoria: por ahí viene Sacha Tebó.
Enigmas de universos estrellados, visiones entre sueños de gaviotas geométrica y pájaros cantores morenos, fuerza de aguas rebeldes, puras en sus esencias de cauces y espuma.
Por ahí viene zumbando como un colibrí de planetas no descubiertos, música aleatoria para entrar vestido de cosmos entre cromatismos posibles con todas sus intensidades.
Su corazón, el de Sacha Tebó, es una larga nave iluminada que se desplaza entre furos oscuros y profundos, pero nos deja un tesoro no escondido: sus partituras de lienzos que repican entre el alma y el alba, entre el alba y el alma…
Inventor de faunas exquisitas, magias silvestres que apenas caben en sus telas: caballos presumidos que miran con desdén hacia el cielo. Campos verdes de frutos y abejas borrachas de dulzura enamoradas de hilos de vientos. La Imaginación de Sacha Tebó nos desborda, nos condena a visiones casi imposibles.
Cabezas de estrellas con finos hilos de oro, las leyendas de Sacha narradas a golpe de miradas furtivas y largas al mismo tiempo, atizan nuestras mentes, nos hace sonámbulos y entre sombras vemos a Sacha Tebó venir, presentido por Norberto James,» en su lento acopio de luz «, barba plateada como linterna orientadora, flota entre las sombras de nubes, cada noche hasta descansar en la madrugada.
Por ahí viene Sacha Tebó, entre cabellos de estrella y luces lejana, se ilumina todo el Caribe y en cada costado de mar esmeralda su rostro es uno, se sospecha que se hace espejo de agua, se transfigura y con franca, dulce sonrisa: vigila su imaginario, el legado que nos dio para siempre (CFE)
