Muchos han escuchado este nombre, pero pocos conocen la impronta que dejó el doctor Manuel Antonio Tejada Florentino en todo el sentido de la palabra, porque fue un ilustre médico y músico, pero también un fino ebanista que talló decenas de piezas que hoy, parte de estas, se exhiben en el museo que lleva su nombre en su natal Salcedo, provincia Hermanas Mirabal.
Tejada Florentino fue un hombre acrisolado, de gran coraje que se distinguió como ejemplo de superación, porque siendo muy niño padeció precariedades que no le limitaron para convertirse en lo que fue: un prominente cardiólogo, músico que tocaba el cornetín de forma magistral, revolucionario que militó en el movimiento izquierdista 14 de Junio, junto a Manolo Tavárez Justo, las hermanas Mirabal y un grupo de hombres y mujeres que enfrentaron con mucha osadía y atrevimiento a la tiranía trujillista con sus propias vidas.
Entre los escritos que aparecen se destaca al doctor Antonio Zaglul, quien en su libro Galería de Médicos Dominicanos, lo definió como un hombre de aspecto muy distinguido, medía más de seis pies de estatura, buen conversador, de voz grave y bien timbrada. Caminaba con una elegante cojera de su pie izquierdo, atribuida, al parecer, según el doctor Concepción Lajara, a una infección neurológica no diagnosticada, luego de recibirse como médico y que el propio Tejada Florentino, jocosamente, se refería a la misma como un regalo a su graduación.
Su hijo, el también destacado músico, Manuel Tejada, conversando con Zaglul le refería lo siguiente: “fui a La Vega a enterrar a un amigo, un amigo de todas las etapas de mi vida. De niño fui su limpiabotas, de joven su músico de serenatas y bailes, cuando se casó le fabriqué los muebles de su casa y después fui su médico”.
Previo a la pandemia por COVID- 19, la fundación que lleva su nombre, con el apoyo de la Alcaldía, decidió iniciar la restauración de la casa original que ocupó el notable médico y músico en los años que trabajó como ebanista, y para el 2021 fue abierta al público como museo taller.
Desde esta casona, ubicada en la avenida Duarte, están expuestas al público parte de sus pertenencias como corbatas y gemelos de camisas, pinzas, tijeras, estetoscopios y esterilizadora de agujas, instrumentos médicos que usaba en su consultorio, así como también, una cámara fotográfica y un cornetín, entre otras piezas.
Cartas y documentos escritos por él reposan debajo del cristal de un escritorio; en las paredes, fotografías familiares y otras que denotan su altruismo, y textos de historiadores destacando sus cualidades y su personalidad.
Un detalle que llama la atención sobre el reacondicionamiento de la casa es que fue trabajado por hombres y mujeres privados de libertad, procedentes de la cárcel modelo Juana Núñez.
Además de recordar y reconocer la importante labor que este aventajado salcedense desarrolló a favor de su pueblo, la libertad y la democracia, el museo es utilizado para impartir talleres y charlas. La visita al lugar es gratis.
El doctorTejada Florentino corrió la misma suerte que las hermanas Mirabal Patria, Minerva y María Teresa, siendo torturado y asesinado por la tiranía trujillista a la edad de 53 años, cuando su familia lo dio por desaparecido el 19 de enero de 1960. Su cuerpo nunca apareció y se cree que fue tirado por los esbirros en la incineradora donde quemaban la basura.
Siendo Salcedo un pueblo que se caracteriza, además de su producción agrícola como sustento económico, por sus murales y sus mariposas, Tejada Florentino tiene el suyo frente al museo que revela su vida a través del pincel de artistas locales: desde aquel niño humilde limpiabotas, el joven ebanista, tallador de mobiliarios y militante revolucionario del 1J4, cardiólogo prominente, músico destacado, solidario, patriota y defensor de los derechos humanos.
En una de las paredes del pasillo exterior de la casona, un texto escrito por él con fecha 5 de mayo de 1940, llama a conservar las obras que construyó Trujillo y que definía como “pequeña imitación del progreso” para contener la furia y para que las generaciones valoren el alto precio que pagaron por ellas.
“Cuando caiga Trujillo deben conservarse todos los monumentos que se han erigido en su honor, así es que la furia desbordada puede contenerse frente al obelisco, bustos, rótulos, retratos, etc… deben conservarse para que las generaciones venideras sepan que a nadie les deben y para que aprecien a qué alto precio hemos tenido que pagar esta pequeña imitación de progreso de que tanto se alaba este canalla”.
