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sábado, mayo 4, 2024

Danilo y Leonel: Se unen o se hunden

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El ex presidente Leonel Fernández no debería esperar que otro golpe
electoral, como el recibido el pasado 18 de febrero, lo haga salir del
escenario político dominicano cabizbajo, entristecido y totalmente
derrotado.
Su legado como primer ejecutivo de la nación y líder del Partido de la
Liberación Dominicana (PLD) por espacio de tres períodos de gobierno ya
está escrito en las páginas de la historia, en los que se destacan sus
ejecuciones políticas, económicas y sociales de formas positivas, pero
también negativas.
Fernández debe aceptar la realidad de que su declive como figura política
de gran incidencia en la población dominicana se inició al bajar las
escalinatas del Congreso Nacional, el 16 de agosto de 2012, luego de
entregar el poder a Danilo Medina, su ex compañero de partido, quien lo
sustituiría en la conducción de las riendas del poder.
La señal más inequívoca de la pérdida del liderazgo dentro del PLD se
produjo el 6 de octubre de 2019, cuando una alta membresía de la
organización morada encabezada por Medina, se sublevó para arrebatarle
al “líder insustituible” la dirección del partido en las elecciones primarias
simultáneas abiertas.
Medina no pudo agenciarse una nueva repostulación a la nominación
presidencial, porque fallaron los intentos por modificar la Constitución, en
lo que Leonel jugó un rol estelar para impedirlo.
El entonces mandatario optó por endosar al empresario Gonzalo Castillo,
ministro de Obras Públicas y su hombre de confianza como precandidato
presidencial.
En aquella lucha interna, Fernández se creía invencible, subestimando la
capacidad política y estratégica de Medina, su rabioso contrincante
partidario.

Leonel salió derrotado, imponiéndose Gonzalo en esa contienda que
definió al candidato presidencial del PLD.
El ex líder peledeísta dijo en aquella oportunidad que hubo un fraude en su
contra, alegando que en el proceso eleccionario bajo la supervisión y
control de la Junta Central Electoral se había vulnerado la voluntad
popular.
Aseguró que sus técnicos en computación habían detectado que “en el
código fuente del software” se había instalado “un algoritmo” que alteró los
resultados en perjuicio de su precandidatura.
Derrotado y sin esperanza de que la JCE revirtiera los resultados, Leonel
renunció del PLD y creó su propio partido, la Fuerza del Pueblo (FP), que
surgió de los “amarres” que se hicieron con los responsables del minúsculo
Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD).
En venganza, para los comicios presidenciales de 2020, hizo una alianza
política electoral estratégica con Luis Abinader, candidato presidencial del
Partido Revolucionario Moderno (PRM) y evitar con ello un posible triunfo
del PLD y Gonzalo Castillo.
Durante estos últimos tres años de actividad política, el ex presidente
Fernández creó la percepción entre los dominicanos de que él y su FP
eran el segundo partido mayoritario en la oposición, y no el PLD de Danilo
Medina.
Leonel y Danilo, ambos líderes decadentes y mal valorados, enfrentaron
por separado al gobierno de Abinader, asegurando que en las elecciones
municipales del 18 febrero pasado lo derrotarían de forma contundente.
¡Ah sorpresa!, ambos perdieron y de qué manera. Acusan ahora al
gobierno de Abinader de haber organizado un entramado fraudulento que
favoreció a los candidatos del PRM.
Pero no solo eso. Los resultados demostraron, de acuerdo a los cómputos
de la votación oficial de la JCE, que el verdadero partido mayoritario de la
oposición es el PLD y no la Fuerza del Pueblo, como se había hecho creer.

Ese constituye otro golpe político que le debe estar doliendo a Leonel,
mientras Danilo se lo goza tranquilo y callado.
Podrá alegar lo que quiera, pero esta ha sido su segunda derrota
demoledora que prácticamente lo saca de competencia, y que lo obliga a
pensar definitivamente en que ya llegó el momento del retiro.
Digamos que sí, que hubo irregularidades en el proceso eleccionario
recién pasado bajo la organización y supervisión de la JCE, una acción
condenable que merece el total rechazo.
Las anomalías de compra de cédulas, regalo de dinero y bolsitas con
productos comestibles por votos se han sucedido en todos y cada uno de
los procesos electorales.
Quienes han tenido la oportunidad de sentarse en la silla presidencial del
Palacio Nacional saben que “el poder es para usarlo”, y nunca lo han
dejado de hacer para lograr sus propósitos.
El desinterés mostrado por la mayoría de los votantes en el pasado
proceso electoral (53% de abstención), es una señal inequívoca de que las
ofertas propagandísticas que realizaron los tres líderes de los partidos
tradicionales no satisficieron a la mayoría de electores. Y ese escenario
podría repetirse el próximo 19 de mayo en las elecciones congresuales y
presidenciales.
Abinader y su PRM tienen todas las posibilidades de ganar la reelección.
El PLD y la FP tienen una última oportunidad para evitar que ese triunfo se
produzca en la primera vuelta, si logran unificarse.
Si lo logran, echando a un lado el ego y odio personal, tendrían suficiente
tiempo para reorganizar su estrategia con ofertas programáticas creíbles y
con miras a las elecciones complementarias de segunda vuelta, el próximo
30 de junio.
El pueblo decidirá entonces si regresan al pasado, continúan con Luis
Abinader y su PRM, o con algún otro candidato representando a otras
organizaciones alternativas.

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