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sábado, mayo 4, 2024

Mi modesta participación en la  Guerra Patria de Abril de 1965

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Cuando estalló la guerra del 24 de abril de 1965, tenía yo diez días de casado con mi juvenil novia Cecilia Alcántara, y vivíamos en el kilómetros 9 de la  carretera Mella, en la casa de mis abuelos maternos Rafael Campusano y Felicita de la Cruz (Chichí).

El 9 de la carretera Mella o Cancino Afuera, en esa época era una comunidad laboriosa de personas  muy pobres y  de mucha dignidad, pero también nido de soldados de la Aviación Militar Dominicana y sus agentes secretos (A2).

Pero yo me movía como pez en el agua, hasta el extremo de escuchar todas las noches desde mediados de 1958, pegado mis oídos en nuestro radio philips, a Radio Rebelde, donde se suponía que los revolucionarios encabezados por Fidel Castro, anunciarían por las ondas hertzianas los partes de la guerra de guerrillas, que el Movimiento Revolucionario 26 de Julio desarrollaba en la Sierra Maestra.

El 25 de abril bajé a la capital y me dirigí a la casa familiar de José Bujosa Mieses, de la calle Santomé casi esquina Arzobispo Nouel, en busca de orientación y ponerme a la disposición para el combate militar. Bujosa Mieses era el secretario general de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), en el Liceo Nocturno Eugenio María de Hostos (que de día era el Liceo República Argentina), de la cual yo era miembro. Él no tenía en ese momento la respuesta que yo esperaba.

Entonces me dirigí al Liceo República Argentina, y allí me encontré con el Chu Linares y otros compañeros, creo que militantes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, al igual que yo. Supe que en la tardecita iba a ver una reunión importante, por lo que decidí quedarme hasta el otro día. En la noche nos reunimos esos compañeros, y otros encabezados por Rafael Delio Rivera (Riverita), del MPD, alrededor del escritorio de la Oficina del director del liceo. Riverita trajo consigo una carabina Cristóbal, y al rato comenzó a explicar las bondades de dicha arma, antes de iniciar una sección de arme y desarme de la misma, que por poco me mata, pues yo estaba al lado de él y se le zafó un tiro que fue a parar al techo.

Al otro día me dirigí a lo que hoy es la cabeza  oeste del Puente Francisco del Rosario Sánchez, en Gualey, y bajé hasta el río Ozama, donde había un transporte privado de yolas que por unos centavos te cruzaban hasta la cercanía del pueblecito del antiguo Los Mina, y viceversa, del que todavía hoy quedan sus restos. Y de ahí me fui a pie hasta el 9 de la carretera Mella. Ese mismo trayecto lo recorrí al otro día 26, pero me fui temprano porque había comenzado los combates de los constitucionalistas contra las tropas del CEFA, que fueron derrotadas ese día y el 27, por lo que se retiraron a su base área de San Isidro.

El día 28 interviene Estados Unidos el país  con 42 mil marines, y  yo aproveché esa tragedia para entrar a pie a la ciudad capital por el puente Duarte. Ahí pude comprobar el inicio de la división de la capital en dos mitades, a través del llamado Cordón de Seguridad, que comenzó en el puente Duarte, tomando la ruta de lo que es hoy la avenida 27 de Febrero hasta de Máximo Gómez.

Ya relaté en el artículo anterior, Guerra Patria de Abril de 1965, las consecuencias del Cordón de Seguridad, como fueron la victoria del CEFA sobre los constitucionalistas en la Zona Norte de la capital, y la tortura y el asesinato de todos los heridos o apresados, y también de gente sencilla del pueblo, por el solo hecho de vivir en esa parte de Santo Domingo.
Fue en esas condiciones que alquilé a una señora vecina de mis abuelos, que tenía una casa en la calle Benito Gonzales No. 53, en Villa Francisca, una de sus  viviendas de la parte atrás. A los pocos días mi esposa y yo decidimos que por un tiempo se fuera a residir con sus padres, que vivían en la calle Marcos Adón No. 9, de Villa Juana.

Yo seguía frecuentando el Comando Argentina, que en un primer momento era compartido por la dirigencia y miembros del MPD, y miembros del 14 de Junio (1J4). Allí conocí a varios de los dirigentes del MPD, en especial a Maximiliano Gómez (El Moreno), y a Monchín Pinedo, de quien escuché dos charlas políticas de las que se impartían a los combatientes del comando, y con quien compartí en un primer momento el proyecto Marxista-Leninista Voz Proletaria, y una relación política y primaria hasta la  hora de su muerte.

 

 

 

Más luego recibimos la orden de que todos los catorcistas que estábamos en el Comando Argentina, parece que por  un acuerdo entre las dirigencias del MPD y del 1J4, nos dirigiéramos al edificio de la Dirección de Estadística, cito en la parte norte de la calle Las Mercedes, frente a la Iglesia Altagracia, en su lateral norte. Como comandante fue nombrado Luis Gaspar (Güigüí). Más luego el comando fue trasladado a las Oficinas de Francisco J. Peynado, casi esquina 19 de Marzo, donde está ahora la Academia de la Historia, y se nombró a Rafael Belliard como subcomandante.

Allí conocí a Wellington Ascanio Peterson Pietersz,  quien fue uno de nuestros instructores en la Academia Militar 24 de Abril, con quien mantengo hasta hoy una agradable relación política,  y hasta primaria de familia a familia.

Pues bien, el 15 de junio, bajando yo de mi casa por calle José Martí, en dirección a mi comando de Estadística, al llegar a la esquina de la calle Mella, donde estaba un restaurant-hotel chino, miro hacia donde estaba la Casa Zaglul, y veo subiendo una avanzada de marines que venían en fila india desde Poasi. Automáticamente me lancé boca abajo en posición de tiro, como se nos había  enseñado, con la intención de ensartar con un tiro a dos o tres invasores, con mi potente fusil máuser,  pero   una voz de mando, desde el nivel dos de una casa de la calle Mella, que estaba frente a mí, me ordena:

“¡No dispare! ¡Primero nosotros!”, y de inmediato una ametralladora, no me acuerdo si 30 ó 50, empezó vomitar proyectiles hacia los intrusos que mancillaban nuestra Patria. Entonces yo empecé a disparar con mi fusil Mauser

De allá hacia nosotros no sonó un solo tiro, lo que significa que todos o la mayoría fueron muertos o heridos, en una acertada emboscada.

Esta fue mi única acción en combate en la Guerra Patria de Abril de 1965.

Nunca supe quienes manipularon dicha ametralladora, como ellos tampoco supieron de mí. Si todavía viven, o algún compañero o familiar sabe de esta pequeña historia de abril de 1965, me gustaría conocerlo.

(El  autor   es   economista  egresado  de  la  UASD,  escritor  y  poeta, miembro de  la Comisión  Política   de  la   Coordinación  Nacional  y   Coordinador   de Relaciones Internacionales   del  Partido  Patria para Tod@s/PPT, ex-presidente de  la Campaña Dominicana de Solidaridad con Cuba, candidato a Diputado al Parlacen en las Elecciones 2024-2028, miembro del Comité Dominicano de Solidaridad con la Revolución Bolivariana de Venezuela, miembro del Comité Dominicano amigos de Nicaragua y miembro del capítulo dominicano  de  la  Asamblea  de los Pueblos del Caribe.

 

 

 

 

 

 

 

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