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Juan Francisco Puello, caramba

¿Cómo le haremos saber a Juan Francisco Puello que los dominicanos, politizados hasta la coronilla, queremos a los cubanos políticos jugando en el Estadio Quisqueya, en la Serie del Caribe, el próximo año 2022? Queremos derrotar a los cubanos. Así de sencillo, Puello, si su señoría y comparsas lo permiten.

Cuando uno tiene nada que decir, es mejor que calle. Y si habla sin tener nada que decir, está hablando por boca de ganso. Eso es lo que se suele decir. Decir, decir, decir, valga el propósito de la redundancia para el caso.

Juan Francisco Puello es un burócrata de los deportes en la República Dominicana, y para hablar, cuando deba hablar en asuntos que involucren al país y sus relaciones con países amigos, debe andar con cuidado.

¿Cómo es posible que Puello alegue que los peloteros cubanos, por ser políticos, están impedidos de participar como equipo de esa nación en las competencias centroamericanas y del Caribe del deporte nacional de los cubanos y también de los dominicanos?

Desde Cuba se están quejando porque Juan Francisco Puello, quien ¿no es político? ni pelotero, ha dicho, según ellos, que los cubanos no califican para competir con sus congéneres deportivos caribeños, porque vienen de una zona complicada con la política.

¿Cuál política será a la que se refiere Puello?

La pregunta es válida porque República Dominicana no tiene argumentos políticos que contraríen su hermandad y la amistad tradicionales con los cubanos. República Dominicana y la Cuba revolucionaria mantienen relaciones de amistad, intercambios comerciales, culturales, y de amores profundos del alma, como siempre. Y como debe de ser.

Muchos dominicanos son dados a inventos por conveniencias. La actitud de Puello no parece estar lejos de ahí.

Si los norteamericanos tienen sus problemas políticos con Cuba, ese es un asunto de los norteamericanos del que debe un dominicano mantener las distancias requeridas por la racionalidad, la delicadeza, y la decencia que caracterizaron a Máximo Gómez y José Martí. Y también a Gregorio Luperón, nuestro antillanista por excelencia.

No debe sorprenderse Juan Francisco Puello si por esos caminos que anda y desanda se encuentra con Máximo Gómez con un bate, caminando con Máximo Gómez armado con un guante y una pelota de béisbol. Querrían competir con cualquiera que se interponga entre dominicanos, caribeños y cubanos. Los cubanos, políticos mundiales por excelencia.

O tal vez, sería pertinente indagar si el señor Puello entiende a cabalidad eso de que “el antillanismo corresponde a un movimiento libertador que se dio en todo el Caribe y que proyecta la unificación de las Antillas caribeñas como lo son Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo”. Que lo busque, ya que así lo asientan todos los diccionarios del mundo.

Parece que el señor Juan Francisco Puello se propasó, como dicen los cubanos, si opinó para explicar, que nunca justificar, que Cuba tiene problemas políticos que impiden su presencia en la Serie del Caribe de Béisbol.

Puello, caramba, haga honor a su apellido, por lo menos ahora, en febrero, el mes aniversario de la Independencia de la República Dominicana.

Los dominicanos somos y seremos independientes de los propósitos norteamericanos, o ¡que se hunda la isla!

¿Hasta cuándo tendremos que cargar con la vergüenza ajena?

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