Tal parece que Faride Raful, la designada, más no juramentada ni instalada en el abarcador Ministerio de Interior y Policía, su gran reto, necesitaría un Luis Abinader más alto y decisivo que el Coloso de Rodas.
Es que Faride, según las letras del contexto ministerial puesto a sus faldas, está a punto de ser la Jefa del Director, que no Jefe, de la Policía Nacional Dominicana.
¿Por qué lo de Abinader, lo del Coloso de Rodas y la necesaria altura y decisión que necesitará el presidente de la República, para hacer que su Ministra cumpla con la altura de sus funciones?
La suficiente altura y energía para imponer decisiones contundentes en favor de la que a todas luces, desde que sea juramentada en el puesto ministerial tendrá la delicada misión de ser la luz más abarcadora del espectro gubernamental fuera de las escalinatas y del columnaje heredado de Rafael Trujillo, mirando hacia la calle Moisés García, desfilando hacia la arbolada calle Doctor Báez, por las que numerosos magnates gubernamentales acostumbraron a pasearse al lomo de briosos potros de raza árabe. Árabe, con la precisión que pueda demandar tal apelativo en los momentos actuales.
¿Es Faride, la misma Faride que ha desfogado su energía juvenil desde el Congreso Nacional, como diputada y como senadora de la República, entre otros escenarios a los que la política la ha reclamado, desde el mismo suelo de la política, que no de tronos enfurecidos por el poder material ni la casta heredada sin méritos propios, más que el eco de los apellidos secuestrados por lo meramente material, los privilegios, las tratativas de la política barata y las despreocupaciones sociales?
Al Coloso de Rodas, la estatua lo recordaría, dedicada según todas las enciclopedias virtuales que tanto engullen el interés universal por lo raro, era dedicada en la ciudad de Rodas a quien denominan “titán griego del dios Helios, una de las siete maravillas del mundo antiguo”. Medía el mismo tamaño y dimensiones de la hoy conocida como “estatua de la libertad”, allá en las proximidades de las costas de la isla Manhattan en Nueva York.
Hoy se hace asociar lo colosal con lo libertario. Esta mujer nuestra con cara de niña, “yo no fui”, ¿estará condenada a cosas mayores?
Al hablar de simbologías no debe olvidarse que la tal magnífica y colosal estatua fue realizada por el escultor Cares de Lindos, en la isla de Rodas en el año 280 antes de Cristo. Pero, atentos: tan magnífico monumento a lo máximo, fue destruido por un terremoto medio siglo después, en el año 226, antes de Cristo. Cuentan, también, esas enciclopedias volátiles de hoy, que después del terremoto destructor, los trozos rotos del Coloso de bronce permanecieron allí, durante casi 800 años. Los comerciantes árabes, precisamente árabes, llegaron a la isla en el año 654 después de Cristo, y empezaron a comerciar con los trozos de bronce rotos dispersos por el viejo muelle.
Los coetáneos de la época de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, 1955, hoy día que el Centro de los Héroes, aunque nadie le ha podido quitar el nombre de La Feria, sin más apellido ni denominaciones que la distingan, como herencia genuina de un momento de gloria pasajera en sus 30 años de amargura del régimen de Rafael Trujillo. Recuerdan todos que Trujillo hizo levantar a la entrada de “la Feria”, desde la avenida Independencia, una réplica barata de la estatua del Coloso de Rodos. Y todo el mundo que quisiera conocer aquella exposición tenía que pasar entre las dos patas de aquel coloso, uno de los últimos vestigios pasajeros de la Era de Trujillo. Nada queda allí, como nada queda del Coloso de Rodas, a no ser el recuerdo y los pedazos de oro que los comerciantes no cargaron para venderlos o fundirlos en fuego lento.
Faride, ahora tiene la oportunidad, si te dejan, de ejecutar el mandato de la ley que reclamaste fuera del trono de espinas que están poniendo en sus manos, para lo que necesitará el soporte del dueño de tus designios, el presidente Abinader. Repudiarás con mano dura las muertes de personas a manos de tus subordinados policías, los agentes entrenados para matar a gente indefensa, según la tradición heredada del colosal Trujillo, en los famosos «intercambios de disparos». Los intercambios de disparos que esa misma Faride calificó desde los foros políticos como “ejecuciones»., que muchas veces ocurrían ante niños como testigos de ocasión. Y cuando nadie se hacía responsable de esos crímenes.
Todo eso, hoy, cuando esta mujer con cara de niña por conocer, tiene que soportar el decir de algunos de esos mismos “jefes policiales”, quienes salen en interés de trazarle pautas a la Faride, la de Abinader. Referido literalmente con el nombre del hoy opositor político Rafael Guillermo Guzmán Fermín. Ese que tuvo en sus manos el resguardo de la seguridad ciudadana, como si nada hubiera pasado. ¿No fue a ese hombre y los de misma calaña, a quienes se les olvidó el origen etimológico de la palabra policía? “Cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos y a las órdenes de las autoridades políticas. La cortesía, la buena crianza y urbanidad en el trato y costumbre.
Como diputada y senadora, Faride se ha caracterizado por asumir posturas que han provocado malestar en personas de algunos sectores sociales, por sostener que son posturas producto de sus ideales: El aborto, la conducta policial que hoy enfrentará en sus mismas estructuras, porque lo lleva ceñido en su interior: «El problema de la Policía Nacional es estructural y de origen. Para transformarla, hay que volverla prácticamente otra institución». ¿Se oye?
Los motivos del por qué no llevar a Faride como candidata a senadora por la capital, y optar por una opción diferente, fueron explicados por quien hará de Coloso por debajo del que se debe pasar, en el momento preciso.
Faride no habrá sido enviada a una hoguera, fuera del Distrito Nacional que según Abinader, era una plaza que le quedaba chiquita. A una hoguera como a la francesita de 19 años de edad, una nueva Juana de Arco, para que la ejecuten con fuego ardiente cuando deba de actuar acorde con su espíritu crítico ante las desavenencias y faltos de principios quienes regularmente integran una tropa de insulsos mastodontes en la burocracia adocenada.
Faride Raful es una estrella, creo que le queda pequeño el Distrito Nacional, tiene todo el presente y futuro político en el país, necesitamos potencializar ese liderazgo», fueron las palabras hace algunos meses del presidente Luis Abinader, coloso por debajo de quien han de pasar, cuando exista incertidumbre política en torno a los deseos y ya facultades delegadas a esta dirigente, del socialdemócrata Partido Revolucionario Moderno. Socialdemócrata, repitamos al oído de Faride, ahora que le resonaron un decreto 420-24. Ministra de Interior y Policía, un organismo que tiene como función principal desarrollar las políticas públicas relacionadas con la seguridad ciudadana, en un marco de respeto a los derechos ciudadanos, el diálogo, la concertación y la participación e inclusión ciudadana.
«Acepto el desafío con humildad y conciencia patriótica». Lo dijo ante el ante el país. Es su compromiso, el de avanzar el proceso de reforma policial, las políticas en defensa de nuestro territorio y el fomento del respeto y orden social, en favor de la seguridad ciudadana»
Ay, de los vencidos, era el grito de triunfo de los romanos.