El pueblo dominicano está harto de violencia, sea política, social, doméstica o de cualquier otra índole. Por ello, las autoridades deben estar atentas para impedir que esta sombra se extienda y deje su secuela de sangre.
El domingo pasado, ante la vista de todos y frente a las cámaras fotográficas y televisión, se captó la violenta accción del grupo llamado «Antigua Orden», que promueve el antihaitianismo y actuó de manera agresiva contra dominicanos que participaban pacíficamente en una marcha para conmemorar el 60 aniversario de la insurrección cívico-militar de abril de 1965.
Estos civiles, armados con piedras, machetes y armas de fuego, y vestidos de negro, intentaron impedir la marcha e incluso agredieron a ciudadanos que participaban en ella.
Resulta incomprensible que las autoridades policiales permitan que estos individuos fomenten la violencia y alteren el orden público.
Aunque la «Antigua Orden» tiene derecho a profesar la ideología que estime conveniente, existe una gran diferencia entre la libertad de pensamiento y la constitución de un grupo de choque violento.
Para muchos ciudadanos resulta sospechoso que este grupo actúe libremente ante las autoridades sin que estas intervengan, lo cual es muy peligroso.
Si las autoridades no adoptan medidas contra quienes promueven la violencia, la población quedará indefensa y a merced de sus propios medios.
El país recuerda que, décadas atrás, el Frente Democrático Reeleccionista y Anticomunista, mejor conocido como la «Banda Colorá», sembró luto y dolor asesinando civiles indefensos.
Está en manos de las autoridades evitar que momentos similares se repitan. La paz social no debe ser trastornada por nadie, y mucho menos por un grupo de ciudadanos que nada bueno aporta a la nación.
