Murió el Papa Francisco y el mundo lo despidió en aura de santidad…, porque era tan bueno.
Y acaban de escoger un nuevo Papa.
El Cardenal Robert Prevost, ya Papa, quiere que lo reconozcan como León XIV.
Este nacional norteamericano con sabor a latino o a hispano, como llaman a quienes no desean los jefes de turno norteamericanos en sus territorios, pidió que lo llamen León XIV.
Los católicos de todo el mundo lo celebran y esperan que León XIV sea lo que debe de ser: un líder moral de la humanidad. Un mentor de Dios entre los hombres para que el mundo se enderece y marche en armonía. Un león que clame contra las injusticias. Como anuncia que deberá ser.
Ocurre, entonces, como son las cosas de Dios: que León XIV, nuestro nuevo líder de la moralidad humana, para los dominicanos no será más que un cura agustiniano de barrio que ronda por las orillas del río Ozama, o por los montes de aldeas rurales. Como él quiso estar entre nosotros.
Así lo visualizarán quienes lo conocieron de cura, aquí entre nosotros, merodeando y bendiciendo por nuestros barrios. Ah, las cosas de Dios.
Bendito sea el nuevo Papa, para gloria del Señor, dice que será un clamor por la paz entre todos los pueblos. Tomémosle la palabra. Amén.
Bienvenido, León XIV
