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martes, junio 18, 2024

Melómano:Altemar Dutra, anécdotas de poetas y, “No voy a limpiar cojollo”

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El escritor, periodista y académico Rafael Peralta Romero destacaba los rasgos poéticos que le imprimía Pedro Mir a los títulos de su vasta obra ensayística y citaba sus dos obras históricas: “Tres leyendas de colores” y “El gran incendio” y mientras lo hacía me llegó a la memoria una anécdota, que está íntimamente vinculada al artista que esta semana me ocupa.

El director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña refirió, en la conferencia “Pedro Mir, el ensayista”, también una anécdota de Manuel del Cabral, que empezó a considerar al autor de “Hay un país en el mundo” como “gracioso”, sobre todo, a partir de que el Congreso Nacional lo declaró Poeta Nacional.

Rafael Peralta Romero
Rafael Peralta Romero

Pues resulta que en una época en que Altemar Dutra de Oliveira (1940-1983) estaba muy de moda en el país me encontraba sentado en un bar, localizado en la avenida Padre Castellano (antigua 17), escuchando los boleros de este popular y grandioso artista brasileño junto los dos esposos de mis tías.

No era lo que pueda llamarse propiamente un bar, sino un centro cervecero en aquella época, ubicado exactamente en la Padre Castellano esquina Albert Thomas.

Quien estaba colocando reiteradamente los discos de Dutra en una vellonera que había en el lugar era un señor blanco, alto y dueño de un abundante bigote, que, al juzgar por su apariencia, me pareció boricua.

Era un sujeto amable, que intercambió algunas palabras conmigo y los presentes, las cuales no recuerdo ya que ha llovido bastante.

De repente se acercó un limpiabotas y, para mi sorpresa, el bigotudo levantó un pequeño cartón con un letrero que tenía bocabajo y que decía “No voy a limpiar cojollo”. Presa de la curiosidad y el asombro me quedé mirando fijamente al desconocido, hermanado por los boleros de Altemar Dutra y los tragos. Me dijo: espera y verás. No recuerdo cuántos limpiabotas llegaron en menos de una hora a hacerle la misma pregunta de ¿señor, va a limpiar? Después de esa experiencia cada vez que llegaba un limpiabotas era yo quien tomaba el letrero y se lo mostraba, sin darle tiempo a preguntar y así pudimos disfrutar a plenitud de la voz Dutra, que compartió el gusto popular con otro grande de Brasil: el gran Miltiño.

Dutra de Oliveira nació el 6 de octubre de 1940, en Aimorés, que es un municipio estado brasileño de Minas Gerais.

Además de su amplia producción en portugués, Altemar grabó boleros en español como otros tantos compatriotas suyo, que se han dejado seducir por este idioma.

Hay que destacar que este brasileño grabó un disco de larga duración junto a Lucho Gatica (Luis Enrique Gatica Silva, 1928-2018), con el sugerente título “El bolero se canta así”. De este LP (Long Play o esos maravillosos discos de vinil) llegó a vender más de 500 mil copias tan solo en Latinoamérica.

Se convierte en anfitrión de un show para la comunidad latina, en el club nocturno El Continente, en Nueva York, donde falleció a los 43 años de edad a causa de un derrame cerebral.

De su matrimonio con la artista Marta Mendonça nos legó un heredero cantante llamado Altemar Dutra Junior, del que me ocuparé en una próxima entrega.

Lo cierto es que aquí todos los boleros de Altemar Dutra fueron éxitos indiscutibles y se han quedado para siempre grabados en el gusto, en la memoria musical del pueblo dominicano. Boleros como “Que quieres tú de mí”, “La pretendida”, “Me está doliendo el alma”, “Aquellos ojos verdes” y “Maldito aquel amor”, entre otros, no pueden faltar en la discoteca de ningún melómano, como tampoco en los programas radiales dedicados a este apasionante género musical.

Será porque tengo alma de poeta, pero aplaudo esos títulos graciosos, evocadores, fuera de la rutina y los convencionalismos, que te hacen pensar, como destacó Peralta Romero en el caso de Pedro Mir. Esos títulos, en algunos casos, dan nombre a la memoria del alma.

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