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domingo, julio 7, 2024

Melómano: Para descubrir o redescubrir a Julio Jaramillo, el Ruiseñor de América

Jaramillo engendró 27 hijos, compitiendo aquí en la República Dominicana con Froilán Antonio Rodríguez Jiménez, más conocido como Anthony Ríos (1950-2019).

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Ni siquiera en las noches de “Cien canciones y un millón de recuerdos”, tampoco cuando compraba con devoción discos compactos (CDs) de mis boleristas preferidos ni en esos días cuando aún no conocía plataformas de streaming como YouTube o Spotify, que me dedicaba a descargar boleros de otras fuentes o recibirlos como regalo de algún amigo, me había fijado en este artista, a pesar de reconocerlo dueño de una voz y un estilo incomparable.

Puedo asegurar que lo redescubrí en una de esas visitas que gentilmente me giraba Rafael Henríquez, el querido esposo de mi cuñada Miguela Moreno Mejía. Siempre me pedía que le pusiera algún disco de este ecuatoriano universal, pero ni aun así me detenía a escucharlo atentamente, a degustarlo con todos mis sentidos como hice un día cualquiera.

Al verlo con la tranquilidad y el poco esfuerzo que interpretaba esos boleros memorables, como si sostuviera una conversación con un conocido, me convencí de la justeza del nombre del Ruiseñor de América. Por esos lares de Suramérica podría afirmar es uno de los artistas más imitado y que cada joven interprete que lo intenta desearía tener una voz como la suya.

Julio Alfredo Jaramillo Laurido o simplemente Julio Jaramillo fue un cantante y compositor ecuatoriano, que además de boleros, interpretó vals, pasillos, tangos y rancheras, con una calidad interpretativa única.

Nació en Guayaquil, Ecuador, al inicio de octubre de 1935 y falleció el 9 de febrero de 1978, de un paro cardiaco tras ser operado de la vesícula.

Una fotografía de la época muestra la multitud que se congregó en su sepelio, calculada en más de 200 mil personas que le dieron el último adiós.

Confieso que esa inexplicable lejanía que tuve con Julio Jaramillo se reflejó en un alejamiento de artistas de la talla de Olimpo Cárdenas y Alci Acosta, que, en un momento, erróneamente, llegué a considerar harina del mismo costal.

Jaramillo engendró 27 hijos, compitiendo aquí en la República Dominicana con Froilán Antonio Rodríguez Jiménez, más conocido como Anthony Ríos (1950-2019).

Inició su carrera artística a temprana edad y comenzó a cantar con el guitarrista Holger Jara en el cabaret “Puerto Rico”, pasando luego al bar «La Mamita», un lugar frecuentado por personas del medio artístico.

Sus primeros discos como solista fueron motivados por la competencia entre el sello Victoria de Colombia, que tenía como buque insignia a Olimpo Cárdenas, que en 1956 arrasaba con el tema “Fatalidad”, y los almacenes JD Feraud Guzmán, que en busca de un cantante que lo contrarrestara y lo imitara buscó a Jaramillo, que también grabó “Fatalidad”.

Tal fue el éxito de la Voz de Oro, como también era llamado Jaramillo, que el 12 de julio de 1956 firma su primer contrato de exclusividad con la firma J.D Feraud Guzmán.

Naturalmente que hablar de Julio Jaramillo es hablar de su bolero ícono “Nuestro juramento”, de la pluma del puertorriqueño Benito de Jesús, que fue el disco con el que logró su consagración internacional.

Con esta canción bajo el brazo, Jaramillo inició una gira por varios países de América Latina, aunque ya era famoso en Colombia, Perú, Chile y Ecuador.

Se radicó en Venezuela en 1965, desde donde realizó giras triunfales por México, Puerto Rico y el resto de Centroamérica.

Si hay algo grato es hablar con un ecuatoriano de nuestra generación sobre Julio Jaramillo, el Ruiseñor de América. Personalmente lo pude comprobar, en una velada que se extendió por horas y en la que mi invitado interpretó algunos de sus temas, porque yo no me atrevo a tanto.

Un elemento a destacar fueron las famosas colaboraciones de Jaramillo con artistas de la talla de Daniel Santos, Alci Acosta, Óscar Agudelo y Olimpo Cárdenas.

Siempre recomiendo la colaboración de Jaramillo con El Inquieto Anacobero, Daniel Santos, que lleva por nombre “En la cantina”, en la que estos dos gigantes del cancionero popular se la lucen, interpretando sus boleros memorables en el mismo corazón de un bar.

Además de “Nuestro juramento”, aquí Julio Jaramillo popularizó “Ódiame”, “Cuando llora mi guitarra”, “Que nadie sepa mi sufrir”, “Cinco centavitos” y “Rondando tu esquina”, que suelo decir que es propiedad de Lucho Barrio (Luis Barrios Rojas, 1935-2010), porque su versión se queda en la memoria para siempre y tiene un ritmo más pegajoso (mi opinión personal).

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