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miércoles, julio 9, 2025

MELOMANO/ Héctor Lavoe, el encantador de soneros, el extraordinario bolerista

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En las décadas de los setenta y ochenta me era muy difícil compartir con los buenos bailadores de salsa, que estaba en el pináculo de la popularidad, sin saber bailar ese género musical. Me ocurrió y aún arrastro ese lastre, si así se puede llamar, el de no haber aprendido nunca a bailar salsa y son. Creo que nací con dos pies izquierdos y me parece que es muy tarde para intentar aprender, a pesar de las reiteradas sugerencias en ese sentido.

Algo gané con aquello de tenerme que quedar sentado en la mesa, mientras mi hermano dibujaba esos maravillosos pasos de salsa, con tal elegancia y maestría que llegó a ganar varios concursos donde se enfrentaban los mejores bailadores de salsa de una zona o región.

Admiraba la forma diestra y elegante como Pedro Antonio Durán bailaba y poco a poco, a partir de esa admiración, lo fui, inadvertidamente, convirtiendo en un personaje, en una leyenda.

Me extasiaba al verlo moverse con donaire en la pista de baile, cuando acudíamos a divertirnos en un centro nocturno, conocido como Bonanza, que estaba localizado en Barney N. Morgan (antigua calle Central) esquina Albert Thomas. Cargaba con la peor parte, pues tenía que ingerir más etílico que él, que se pasaba la mayor parte del tiempo bailando, luciéndosela, lo que me enorgullecía.

En la soledad de la mesa aprendí a apreciar la música, los buenos temas de salsa y, sobre todo, a los cantantes, aunque luego, a fuerza de escucharlos, terminé inclinándome por el bolero. Sonaba en esa época un artista que se convirtió en el cantante de los cantantes, a partir de una simple pregunta que hicieron a cada uno de los intérpretes de salsa. ¿Quién es el mejor cantante para ti? Oh, Héctor Lavoe.

Fue tal la influencia que esas noches de cuitas tuvieron en mi quehacer literario que no me pude resistir y Héctor Lavoe aparece en mi más reciente novela publicada, El intrigante diario de Poquita Fe.

“…Héctor Lavoe, ese animal invertebrado encantador de soneros, cuyo tumbao una juventud marginal quería imitar”.

Durante ese tiempo solo conocía una faceta de Héctor Juan Pérez Martínez, el nombre de pila de Lavoe, la del extraordinario sonero que producía delirio en los fanáticos, en la juventud de mi generación. Y un bolero que me llamaba siempre la atención: “De ti depende”, que he llegado a incluir en mi repertorio de mal karaokero. Esta canción, escrita por el boricua Miguel Angel Amadeo, le dio nombre al álbum que la contiene y, francamente, es mi favorita.

Héctor Lavoe fue un extraordinario bolerista y vale la pena sentarse a escucharlo solo interpretando este género musical, sin temor a aburrirse.

Nació en Ponce, Puerto Rico, el 30 de septiembre de 1946, y murió en el Hospital Saint Clare, en Manhattan, Nueva York, el 29 de junio de 1993.

Es harta conocida la azarosa vida de Héctor y su adicción a las drogas, que lamentablemente marcaron su final. Hay una obra teatral vinculada al salsero que siempre me ha llamado la atención, que describe su triste destino, y es “Quién mató a Héctor Lavoe”.

Lo de Héctor viene de familia, ya que su padre Luis Pérez, era un músico ponceño, que compuso el bolero “Felices horas”, que Lavoe grabó en tiempo de guaracha, con arreglo del recordado trompetista boricua Luis ‘Perico’ Ortiz y que incluyó en su disco De ti depende (1976).

No pretende esta entrega hurgar mucho en la vida de Héctor Lavoe, “El cantante de los cantantes”, sino en su condición cultor del bolero. Diré que procreó tres hijos y que estuvo en las orquestas de Willie Colón & Héctor Lavoe y la Fania All-Stars.

El Rey de la Impuntualidad, como se le llamaba con cariño y hasta complacencia, le imprimió un estilo particular a los boleros que interpretó. Estos boleros son: “Tus ojos”, “Seguiré mi viaje” (que Gilberto Monroig le imprime una nostálgica ternura), “Vieja carta”, Don Fulano de tal (uno de los gozó de más popularidad), “seguiré sin ti”, “Tanto como ayer”, “El infierno” y “Plazos traicioneros”, cuyo dueño indiscutible es el cubano Vicentico Valdés (1921-1995) y uno de mis boleros preferido.

Felipe Pirela
Felipe Pirela

Además, aunque un poco más movidas, “Soñando despierto”, “Comedia”, “Consejo de oro”, “Ausencia”, “De ti depende”, así como el memorable “Retrato de mamá”, “Un amor de calle”, “Sombra nada más“Taxi” y “Emborráchame de amor”, maravilloso bolero que adquiere otra dimensión en voz de Héctor.

 

Gilberto Monroig
Gilberto Monroig

La lista no queda ahí: “Contigo” (un Lavoe inmensamente romántico), “Porque te conocí”, que, gratamente recomiendo, a pesar de que lo prefiero en voz de Monroig, y “Pobre del pobre”, popularizada por Felipe Pirela, pero sin desperdicio.

En boleros hay muchas telas por donde cortar en el caso de Héctor Lavoe, el encantador de soneros, y a propósito de haberse cumplido 32 años de su fallecimiento, el 29 de junio pasado, lo evoco junto al grato recuerdo de mi querido hermano, que también partió hacia la eternidad.

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