PUERTO PRINCIPE, Haití. Más de 60 líderes sociales, sindicales y comunitarios haitianos firmaron una carta abierta dirigida a los galardonados con el Premio Nobel de la Paz Jody Williams (EE.UU.), Adolfo Pérez Esquivel (Argentina), Shirin Ebadi (Irán) y Rigoberta Menchú (Guatemala), en la que solicitan su apoyo para movilizar a la opinión pública internacional en contra del “genocidio silencioso” que se vive actualmente en Haití.
Los firmantes acusan a las Naciones Unidas (ONU) y a las potencias imperialistas de ser responsables directos o cómplices de la grave crisis humanitaria, social y política que atraviesa el país. La carta recuerda que ya en 2017, los Nobel mencionados se dirigieron al secretario general António Guterres, denunciando la situación en Haití. Hoy, ocho años después, los autores de esta nueva misiva aseguran que el contexto ha empeorado drásticamente.
Recuerdan que desde la llegada de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (MINUSTAH) en 2004, el país ha vivido una sucesión de abusos y maltratos que agravaron la situación de inestabilidad. En vez de promover la paz, argumentan, ha sido protagonista de acciones que han intensificado el sufrimiento del pueblo haitiano. “Lejos de cumplir su papel como fuerza de mantenimiento de la paz, la ONU ha contribuido, con sus acciones e inacción, al agravamiento de las crisis en el país, que culminaron en un genocidio silencioso”.
Entre los hechos señalados, se encuentra la introducción del cólera en 2010 por parte de fuerzas de paz de la ONU, lo que causó más de 30.000 muertes, así como el fracaso de la Misión de Apoyo a la Justicia (MINUJUSTH) y de la actual Oficina Integrada (BINUH), creada en 2019. Según la carta, estas instituciones no han logrado contener la violencia, reforzar el sistema judicial ni garantizar derechos fundamentales.
La misiva documenta numerosas violaciones de derechos humanos: entre julio de 2024 y febrero de 2025, más de 4.200 personas fueron asesinadas en el país, según cifras de la propia ONU. Asimismo, se reportaron el año pasado cerca de 1.500 secuestros y cientos de miles de personas han perdido acceso a vivienda, educación y salud debido al avance de bandas armadas. En ese sentido, es elocuente la denuncia de UNICEFR: “Solo en el mes de enero de 2025, 47 escuelas fueron destruidas por bandas armadas en la capital haitiana. Con 284 escuelas destruidas en 2024, los incesantes ataques a la educación se aceleran dejando a cientos de miles de niños/as privados de un lugar para aprender”. A esta altura, la mayoría de la población en edad escolar ha perdido su ciclo lectivo y gran parte de los hospitales han sido quemados por las bandas criminales. La resistencia no proviene del Estado, hoy incapaz de defender a su propio pueblo, sino de la organización comunitaria en los barrios para protegerse de la violencia.
Los firmantes acusan también la pasividad de la ONU ante el suministro de armas desde Estados Unidos hacia grupos violentos en Haití. “En cuanto al atropello del derecho fundamental a la vida del pueblo haitiano, la ONU es cómplice” ya que una investigación del propio organismo admite que “las armas y municiones encontradas en Haití provienen principalmente de los Estados Unidos”, y se pregunta ¿cuáles son las medidas urgentes adoptadas por la ONU sobre este tema? Se refieren más bien a estas dos palabras: INACCIÓN Y COMPLICIDAD, mientras que el DERECHO A LA VIDA de los/as Haitianos/as se ve debilitado cada día por la amenaza”.
Cabe recordar, al respecto, la entrevista que concedió a CANAL ABIERTO Henry Boisrolin, coordinador del Comité Democrático Haitiano-Argentino (https://canalabierto.com.ar/2024/10/16/el-pueblo-haitiano-sigue-inmerso-en-un-caos-planificado-por-sus-principales-enemigos/) sobre las bandas armadas que asolan a este país: “Esos criminales, armados a partir de un tráfico de armas y municiones sofisticadas entre Estados Unidos y Haití violaron –y siguen violando– a niñas y mujeres, e incendiaron –y siguen incendiando– a varios barrios populares, provocando más de 700.000 desplazados. Además, secuestran y asesinan diariamente, perpetrando muchas veces masacres”.
El llamado Core Group –integrado por embajadores de Estados Unidos, Francia, España, Brasil, Alemania, Canadá, la Unión Europea, y representantes de la ONU y la OEA–, junto con la prensa hegemónica y las redes sociales, actúa como un agente neocolonial que justifica su injerencia en Haití bajo el pretexto de que se trata de un “Estado fallido”, sin profundizar en las causas reales de la crisis ni en la evidencia de que ha sido el mundo el que le ha fallado a la primera nación libre de América Latina y el Caribe, a la que aún se le niega el derecho a tomar sus propias decisiones. ¿Por qué la Asamblea de los Pueblos del Caribe (APC) –que agrupa a representantes de Haití, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Martinica, Trinidad y Tobago, Surinam y Barbados– no es escuchada por el ecosistema mediático dominante cuando advierte sobre los intereses geopolíticos que atraviesan esta crisis?
Es por esta situación cada vez más grave, que los firmantes piden urgentemente a los Premios Nobel de la Paz que reactiven la denuncia internacional y presionen para que se reconozca el «genocidio silencioso» que sufre el pueblo haitiano. Y exigen medidas concretas de “reparación, justicia y respeto a la autodeterminación haitiana”.
“La ONU sigue blandiendo su falsa bandera de estabilización anunciada desde hace 21 años”, expresan, mientras enumeran derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la educación, a la libertad de circulación o a la propiedad, sistemáticamente vulnerados.
Entre los firmantes figuran representantes de sindicatos, organizaciones sociales, plataformas de derechos humanos y comunidades haitianas en la diáspora, especialmente en Argentina. “El futuro de Haití no puede seguir decidido desde el exterior”, subrayan, por lo que demandan el cese de la presencia de militares extranjeros en territorio haitiano y el derecho a la autodeterminación del pueblo.
“Estamos convencidos de que el futuro del país ya no puede determinarse mediante decisiones impuestas desde el exterior”, concluyen, con la esperanza de que el prestigio moral de estos Premios Nobel de la Paz sumen su voz y acción nuevamente a la defensa del pueblo haitiano.