En el mundo y especialmente en el hemisferio Occidental se celebra la Semana Mayor o Semana Santa en el marco de una ordenación de eventos según marca la liturgia cristiana. Ahora bien, hay algunos aspectos que no son del dominio del gran público y que escrituraremos brevemente en este espacio.
El origen de la Semana Santa surge de la tradición cristiana, especialmente de los relatos bíblicos de la Pasión de Cristo, que se encuentran narrados en los Evangelios.
La primera referencia documentada de esta celebración se remonta al siglo IV, en la ciudad de Jerusalén. En esa época se empezaban a realizar peregrinaciones y liturgias para recordar los últimos días de la vida de Jesús. Tiempo después, la celebración fue adoptada de manera gradual por otras comunidades cristianas en Europa y, con el paso del tiempo, se expandió a todo el mundo.
Durante los primeros siglos, la Semana Santa no era una festividad tan formal pero gracias al avance de la Iglesia los rituales comenzaron a estructurarse, reflejando los distintos aspectos que caracterizan la pasión y resurrección de Jesucristo.
Esta manifestación tomó mayor fuerza con el establecimiento de diversas costumbres, como las procesiones y las representaciones teatrales de los eventos bíblicos, mismas que han hecho de esta festividad un pilar fundamental del calendario litúrgico cristiano.
Es en el Concilio de Nicea I, considerado como el primer concilio ecuménico de la Iglesia católica que tuvo lugar entre el 20 de mayo y el 19 de junio del año 325, donde se llega finalmente a una ordenación mínima de la conmemoración.
En él se estableció que la Pascua de Resurrección había de ser celebrada cumpliendo unas normas:
· Que la Pascua se celebrase en un domingo.
· Que no coincidiese nunca con la Pascua judía, que se realizaba independientemente del día de la semana (de esta manera se evitarían paralelismos o confusiones entre ambas religiones).
· Que los cristianos no celebrasen nunca la Pascua dos veces en el mismo año. Esto tiene su explicación, porque el año nuevo empezaba con el equinoccio de primavera, por lo que se prohibía la celebración de la Pascua antes del equinoccio real, o sea, antes de la entrada del sol en el signo astrológico de Aries.
No obstante, siguió habiendo diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Alejandría, si bien el Concilio de Nicea dio la razón a los alejandrinos, estableciéndose la costumbre de que la fecha de la Pascua se calculaba en Alejandría, que lo comunicaba a Roma, la cual difundía el cálculo al resto del cristianismo.
Recordemos que la Iglesia de Alejandría, en Egipto, es la Iglesia particular encabezada por el Patriarca de Alejandría. Según la tradición, fue fundada por Marcos el evangelista alrededor del año 43. Los primeros cristianos de Egipto eran principalmente judíos de Alejandría, pero luego un gran número de egipcios abrazó la fe cristiana.
Finalmente, Dionisio el Exiguo, en el año 525, quien fue un monje, erudito y matemático de origen bizantino, conocido sobre todo por ser el creador del cálculo del Anno Domini, el «año del Señor» para calcular la fecha de la Pascua sobre la base de los años que suceden al nacimiento de Jesucristo en sustitución de la anterior de la era diocleciana también conocida como era de los mártires, el cual es un método de numeración de los años usado por los cristianos de Alejandría durante el siglo IV y V.
Como Diocleciano comenzó su reino durante el año alejandrino el 29 de agosto de 284, el año 1 comenzó en esa fecha.
Cuando Dionisio el Exiguo continuó estas tablas por otros 95 años, reemplazó la era diocleciana por la era cristiana o Anno Domini porque no deseaba continuar el recuerdo de un tirano que había perseguido a los cristianos.
Dicho lo anterior, Dionisio el Exiguo desde Roma convenció de las bondades del cálculo alejandrino, unificándose al fin el cálculo de la Pascua cristiana.
La Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de marzo y se debe calcular empleando la luna llena astronómica.
Por ello puede ocurrir no antes del 22 de marzo y como máximo el 25 de abril.
En la República Dominicana y algunos países caribeños, la tradición de la Semana Santa es llevada con sus distintas manifestaciones y expresiones propia de la cultura local como parte del sincretismo histórico que ha heredado el nuevo mundo producto del encuentro de culturas.
Una de las costumbres propia en estas celebraciones es la gastronomía de la Semana Santa que corresponde a las costumbres culinarias y todos aquellos alimentos permitidos durante el periodo sagrado del cristianismo y suele transcurrir desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, desde el punto de vista litúrgico.
En el caso de la República Dominicana, no podemos pasar por alto el tradicional postre las habichuelas con dulce, el pescado en sus diferentes facetas o preparación, el moro de guandules, habas con dulces que son muy parecida a las habichuelas con dulce, el chacá, que es un plato a base de maíz y típico en la región suroeste, la jalea de batata, entre otros.
En el marco de la tradición sociocultural la Semana Santa en el pueblo dominicano tiene un matiz tropical y religioso.