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jueves, junio 27, 2024

Melómano: Los tiempos de gloria de la radio y un bolero de Pellín Rodríguez

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Sí que la tecnología ha brindado al ser un humano un amplio abanico de posibilidades para entretenerse y el mejor ejemplo es la televisión, que de un número reducido de canales a blanco y negro evolucionó, trayendo la magia del color, la alta definición y las más impensables opciones temáticas, sobre todo, con la llegada del Telecable o las plataformas de streaming.

Lo pongo en boca de un personaje en una novela que en la actualidad le doy los toques finales y es el hecho de que ese aparato, a principio barrigudo, de forma poca estilizada y luego como atractiva y delgada damisela, amenazó con llevar a la extinción a la radio, que también tuvo que reinventarse.

El o la radio tiene un atractivo que jamás podrá lograr la televisión, que nos atrapa a puras imágenes cada vez mejor logradas, zombis de sus deseos, y es la posibilidad de dedicarnos a otra cosa, por ejemplo, a leer o conversar mientras lo escuchamos. El radio no le roba al oyente el sentido de la vista pues solo se basta con el sentido del oído.

Volviendo al personaje de mi novela, este dice que la televisión desplazó de su reinado a la radio cuando hizo presencia en el hogar. Además de oír a sus boleristas preferidos, la madre podía verlos en personas en la televisión, lo que provocaba una sensación de cercanía. Por suerte o mala suerte el padre de familia malvado vendió la televisión y el radio volvió a ocupar su posición de primacía.

Pero Néstor (personaje central de la novela) y Mercedes (su madre) descubrieron una ventaja fundamental del radio y es que podían trasladarlo donde quisieran. Colocarlo en la mesita de noche para antes de dormir, trasladarlo a la cocina mientras ella hacia sus deberes o improvisarle un lugar en el patío a la hora de correrle al agobiante sopor del verano.

Todo este argumento es un reflejo fiel de mi estrecha relación con la radio en mis años mozos y como este bendito aparato labró una relación muy especial con mi madre, posteriormente con mi propia familia, los amigos y vecinos.

Mis estrecheces económicas fueron menos dolorosas y dramáticas porque siempre traté de contar con un aparato de radio. En una ocasión me di el lujo de adquirir un aparato que era un “todoterreno”, pues incluía radio AM y FM, reproductor de cinta (tape o cassette, en inglés) y de discos (de 33 o 45 reproducciones por minuto).

Con la radio tuve una intimidad como la que labré con mi madre, que en paz descanse. Desde “Concierto de amor”, el programa que me parece se transmitía por Radio Radio al mediodía hasta “Cien canciones y un millón de recuerdos”, el estelar de las noches de Radio Popular, la emisora que fue propiedad del fenecido Rafael Corporán de los Santos, que luego saltó a la televisión. La historia se repite.

Esa relación, intimidad con la radio contribuyó mucho a lo que soy, sobre todo como escritor y melómano, a ser capaz de valorar los bonitos y buenos recuerdos, a los amigos. Porque como no te roba el sentido de la vista y el oído a la vez (como la televisión), la radio te permite conversar, intimidad con las personas que están a tu alrededor.

Siempre recuerdo a un locutor que animaba un programa de boleros en la emisora La Voz de las Fuerzas Armadas, llamado Benítez Prensa, a quien siempre tuve ganas de conocer. Pasado el tiempo me lo encontré, no recuerdo cuándo y dónde, y me dio gusto conocerlo.

El locutor (que ahora en muchos casos se le llama animador, DJ o disyóquey, en español) en aquella época era un personaje muy admirado (como en su momento lo fue el escritor) por los oyentes, que se empeñaban en conocerlo y en ocasiones terminaban decepcionados, porque su voz no correspondía a la imagen que habían imaginado.

El locutor como figura popular y preminente mereció un bolero, un hermoso y sentido bolero que popularizó Pellín Rodríguez (Pedro Rodríguez de Gracia). “Óyeme locutor” se titula esta canción, que aquí sonó insistentemente. Decir que Pellín Rodríguez (1926-1984) fue un miembro destacado de El Gran Combo, que además del género de la salsa, cultivó el bolero con gran éxito. Entre estos boleros iconos popularizados por Rodríguez también están “Amor por ti”, “Rompamos el contrato”, “Quiero verte una vez más”, “Entre espumas”, “En un beso la vida”, entre otros, todos temas interpretados con calidad y sentimiento por este artista, nacido en Santurce, Puerto Rico.

Hoy quise recordar esos tiempos de gloria de la radio, un poquito a mi madre, a Pellín Rodríguez, a quien disfruto siempre, y adelantar breve detalles de mi novela. Buen fin de semana.

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